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Su vida

Infancia y formación

 

Maximiano, que como capuchino tomó el nombre de Francisco, nació en Santiago el 23 de septiembre de 1908. Sus padres fueron Horacio Valdés Ortúzar y Blanca Subercaseaux Errázuriz, un matrimonio profundamente cristiano.

 

Los veraneos familiares en la zona de Purén (Región de la Araucanía) le dieron a conocer el abandono en que vivían los mapuche y le hicieron gustar la alegría de acercarlos a la fe católica. 

 

«Mamita, Dios me llama», dijo a su madre a los cinco años. Pero su vida fue como la de cualquier niño. Asistía al Colegio San Ignacio, era gran deportista, le gustaba la mecánica y era muy dotado para las manualidades. 

En Roma, en 1927, sintió con fuerza el llamado a entregar a Dios su vida en el espíritu de San Francisco de Asís, y decidió hacerse sacerdote. Sin embargo, pronto comprendería que su llamado era a ser capuchino y misionero en la Araucanía. En enero de 1930, ingresó al noviciado de Laufen, en Altötting, Baviera, Alemania, donde se formaban entonces los capuchinos que evangelizaban el sur de Chile. 

 

Su compromiso capuchino se fundamentó en la fidelidad a la Regla de su Orden: observar el Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. El 27 de enero de 1931, hizo su profesión simple. En ella se comprometía a amar la Pobreza y observarla sin dispensa; a trabajar por conseguir la Obediencia, sin distinguir quién manda ni por qué; a cuidar la Castidad, guardando la vista, las conversaciones, las lecturas. “No importa no conocer muchas cosas de la tierra –escribió en sus notas personales–, con tal de conocer las infinitas bellezas del cielo en el alma”.

 

Concluyó sus estudios en el convento del Santísimo Redentor en la isla de la Giudecca, en Venecia, Italia. El 2 de febrero de 1934 formuló su profesión solemne, convirtiéndose en el primer capuchino chileno. El 17 de marzo del mismo año fue ordenado sacerdote.

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